Hay personas que te
inspiran en sueños. Hay personas que te inspiran despiertos.
Curiosamente, casi todos los artistas importantes han tenido a su
musa como amante. Siempre mujeres que en la cama los llevaban en
volandas hasta ideas innovadoras. Amantes, porque el verdadero amor
era su arte, el que los esperaba cada mañana al abandonar los
cálidos regazos de otros cuerpos.
El arte es una
esposa fiel, no te abandona. El arte no es celoso, te permite
coquetear con otras ramas. El arte te espera, incluso cuando crees
que no eres capaz de acceder a él. El arte se encuentra en todos y
cada uno de los rincones de tu vida, te invade el alma. ¿Y las
musas? Quizás son tan solo el recipiente de emociones, la forma
humana que toma para poder mirarte directo a los ojos. Es posible que
se haga carne para que, entre las curvas de su cuerpo y los
pliegues de su piel, podamos acariciarlo, hacerlo estremecer. Se
comunica con nosotros de mil formas, por una mirada, un abrazo, un
contacto momentáneo. Nos extiende las palabras, melodías y colores,
escondido en la realidad. Porque el arte es una musa, la mejor
amante.
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