lunes, 22 de febrero de 2016

Olvidarte

Lo primero que olvidaré será tu voz. Tardaré tan solo unos instantes en borrar de la memoria el sonido de tus últimas palabras, aunque tardaré más en borrar lo que significaron. Poco a poco, iré olvidando el tacto de tus manos sobre mi piel, de tus labios contra mi boca. Más despacio iré ignorando todo lo que se de ti, ese curso acelerado de tu vida, de tu alma. Tu rostro se irá difuminando en mis recuerdos hasta ser solo un borrón y, por último, ya nunca más podré versar sobre el color de tus ojos.

Mi memoria irá a parar al pozo del olvido, el lugar del que nada regresa por cuestiones de seguridad. Al principio costará enterrarlo todo, enterrarte, deshacerme del tiempo que estuviste en mi vida, de todos los instantes compartidos, de lo bueno, de lo malo, sobre todo de lo malo. Cada día, espero, será mucho más sencillo, hasta que llegue uno en el que, sin saber muy bien ni cómo ni por qué, estaré de nuevo frente a otra página en blanco, un lienzo de piel en el que escribir historias con colores que hoy desconozco. Mis manos estarán entre otras manos, más cálidas de lo que nunca estuvieron. Ya no seré capaz de evocar lo que ocurrió contigo, tampoco qué se siente al barrer los restos de cenizas. Habrá aparecido una nueva llama que queme hasta los huesos y caliente hasta el espíritu, una nueva llama que consumirá quién soy de nuevo. Cuando se marche, no quedarán imágenes del pasado, tan solo del nuevo presente, que, otra vez, tendré que volver a enterrar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario