La sangre chorreaba por su antebrazo.
— Es hermoso, ¿verdad?
Susurró con la voz quebrada por las lágrimas mientras observaba los regueros escarlata sobre su piel.
Él se apresuró a tapar la herida con un paño blanco que se tornó rojo al instante.
— ¿Sabes qué es hermoso? El color de tus ojos cuando no los empaña la sombra de la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario